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Los Jefes Que Abrazan a Sus Empleados Pueden Crear un Ambiente de Trabajo Hostil

Bosses Who Hug at WorkLos abrazos de su jefe en efecto podrían crear un ambiente de trabajo hostil. En una opinión emitida la semana pasada, un panel de tres jueces del Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito de EE. UU., en el caso de Zetwick contra el Condado de Yolo, revivió una demanda por acoso sexual contra el sheriff del Condado de Yolo al sostener que el Tribunal de Distrito de EE. UU. desestimó indebidamente una demanda presentada por un exfuncionario de prisiones. (9.o Cir. 2017) N.o 14-17341.

Victoria Zetwick, sargento con más de 24 años de experiencia como funcionaria de prisiones, presentó su demanda de conformidad con el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la Ley de Vivienda y Empleo Justo de California, y en ella alegaba que el sheriff del Condado de Yolo, Edward G. Prieto, creó un ambiente de trabajo hostil al abrazarla más de cien veces entre 1998 y 2012. La sargento también alegó que en una ocasión el sheriff la besó para felicitarla por su matrimonio con un ayudante del sheriff del mismo departamento. Al parecer, el sheriff también abrazaba a otras empleadas del departamento, pero a los empleados varones, en cambio, optaba por darles apretones de manos.

Inicialmente, se desestimó la demanda de Zetwick, ya que el tribunal de distrito llegó a la conclusión de que los abrazos y los besos en la mejilla no están fuera del ámbito de comportamiento en el lugar de trabajo, especialmente cuando la demandante experimentó esta conducta un promedio de aproximadamente siete u ocho veces al año, durante un par de segundos en cada ocurrencia. Los abogados del demandado también argumentaron que el abrazo era del tipo que uno podría darle a un familiar o amigo, que duraba solo unos segundos y que no había comentarios sexuales ni otro tipo de contacto físico. También hubo pruebas de que los abrazos formaban parte de la cultura del departamento: se creía que tanto el sheriff como Zetwick abrazaban de vez en cuando a compañeros de trabajo varones. El tribunal de distrito citó varios casos para respaldar una regla de que abrazar a los compañeros de trabajo es un comportamiento aceptable en el lugar de trabajo.

Sin embargo, el Noveno Circuito ha discrepado en esta conclusión, e indica en su memorando inicial que la norma adoptada por el tribunal de distrito no refleja los estándares cambiantes y contemporáneos de conducta socialmente aceptable en el lugar de trabajo. En consecuencia, el Noveno Circuito sostuvo que un jurado debería decidir si los abrazos del sheriff crearon o no un ambiente de trabajo hostil. El tribunal explicó además que, si bien es posible que coquetear, abrazar e incluso besar en el lugar de trabajo no sea  intimidante, hostil, humillante u ofensivo en sí, tal conducta puede, sin embargo, volverse ilegal cuando es poco grata o dominante. Dependiendo de la cantidad de veces o el período en que se produzca el abrazo, un jurado podría encontrar, en efecto, que esta conducta sobrepasa los límites normales y aceptables de socialización en el lugar de trabajo.

Muchos empleados podrían creer que un mal supervisor, un compañero de trabajo grosero, un lugar de trabajo lúgubre o la falta de prestaciones constituyen un entorno de trabajo hostil. No obstante, para que un lugar de trabajo sea hostil conforme a la ley de California, el comportamiento de una persona debe ser tan grave o dominante que interfiera con la capacidad de un empleado de desempeñar su trabajo. La conducta de hostigamiento o molestia no crea un ambiente de trabajo hostil si solo es esporádica, aislada o trivial. Además, de conformidad con el Título VII de la Ley de Derechos Civiles, el comportamiento también debe ser de naturaleza discriminatoria y basarse en una clasificación protegida, como la raza, el sexo, la religión o una discapacidad.

Entonces, ¿cómo puede un empleado saber si es víctima de un entorno laboral hostil? Por desgracia, el Noveno Circuito en el caso de Zetwick confirmó que no hay un número mágico, ni una prueba matemáticamente precisa ni una pauta de talla única para determinar si el comportamiento, en este caso el abrazo, trasciende o no los estándares contemporáneos de conducta socialmente aceptable en el lugar de trabajo. Sin embargo, el hecho de que un supervisor comenzara la conducta de los abrazos, el hecho de que una empleada fuera abrazada más de cien veces en el transcurso de doce años y el hecho de que los abrazos se daban a las mujeres con mayor frecuencia que a los hombres, podría conducir a un jurado razonable a determinar que existía un ambiente de trabajo hostil.

A medida que las normas sociales evolucionan y los comportamientos comunes cambian, el Noveno Circuito ha indicado que es probable que también estén cambiando los estándares de conducta aceptable en el lugar de trabajo. Del mismo modo, lo que es ofensivo para uno puede no serlo para todos: desde 2008, muchos empleados han celebrado cada año el Día Nacional del Abrazo a su Jefe. Y aunque no existe una regla clara al respecto, dado que se ha reanudado el caso Zetwick, tal vez un jurado pueda aclarar si los abrazos deben ser aceptados en el lugar de trabajo.

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