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Desafiando el Ataque Inconstitucional de Trump a la Defensa Legal

Desafiando el Ataque Inconstitucional de Trump a la Defensa LegalEl 25 de marzo de 2025, el presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva titulada “Abordando los riesgos de Jenner & Block”, dirigida a Jenner & Block, un destacado bufete de abogados. Esta orden restringe el acceso de los empleados de Jenner a los edificios del gobierno federal, prohíbe a los empleados del gobierno interactuar oficialmente con el personal de Jenner y obliga a los contratistas del gobierno a revelar cualquier negocio realizado con Jenner. Órdenes ejecutivas similares también se han dirigido a otros importantes bufetes de abogados, como Perkins Coie y WilmerHale, los cuales han impugnado legalmente estas órdenes y obtenido órdenes de restricción temporales de los tribunales federales. El propio Jenner, representado por Cooley, presentó rápidamente una demanda, logrando con éxito una orden de restricción temporal del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Columbia.

Jenner & Block sostiene que históricamente ha defendido a sus clientes contra acciones gubernamentales ilegales y mantiene su compromiso de oponerse a lo que considera coerción inconstitucional. Otros bufetes de abogados han optado por una vía diferente, llegando a acuerdos para dedicar millones de dólares en trabajo pro bono a iniciativas respaldadas por el gobierno, intentando así evitar órdenes ejecutivas similares. Estos acuerdos plantean cuestiones cruciales sobre la independencia de los bufetes de abogados privados de la influencia e interferencia del gobierno.

El autor argumenta firmemente que estas órdenes ejecutivas constituyen violaciones inconstitucionales de derechos fundamentales. En concreto, los derechos de libertad de expresión, petición y asociación amparados por la Primera Enmienda se ven amenazados. Al atacar la defensa legal de Jenner —que incluye la representación de inmigrantes, personas transgénero y figuras políticamente opuestas al presidente Trump—, el gobierno vulnera los derechos de libertad de expresión y petición. La defensa legal está explícitamente protegida por la Primera Enmienda, y las represalias del gobierno contra los bufetes de abogados por participar en esta defensa son inconstitucionales.

Además, estas órdenes ejecutivas discriminan por puntos de vista, lo cual constituye otra violación constitucional. Jenner ha sido señalado por su defensa en áreas controvertidas de la política social, lo que demuestra la intención del gobierno de castigar a los bufetes que defienden perspectivas opuestas a la administración. El autor destaca un ejemplo específico relacionado con Andrew Weissmann, exsocio de Jenner, quien ha criticado abiertamente a Trump. El intento del gobierno de castigar a Jenner debido a su anterior vínculo con Weissmann ejemplifica aún más las represalias inconstitucionales y la discriminación por puntos de vista.

Las órdenes ejecutivas también vulneran las protecciones del debido proceso garantizadas por la Quinta Enmienda. Jenner & Block no recibió notificación ni audiencia antes de la imposición de las medidas punitivas, lo que viola derechos procesales básicos. Además, la naturaleza imprecisa de las órdenes genera incertidumbre para todos los bufetes de abogados, ya que no existen directrices claras ni aviso previo sobre qué tipos de representaciones o asociaciones legales podrían dar lugar a futuras órdenes.

Estas órdenes ejecutivas socavan gravemente el derecho de los clientes a la representación legal. Sin las órdenes de restricción temporales, Jenner no podría representar eficazmente a sus clientes en sus interacciones con el gobierno, lo que constituye una violación del derecho al debido proceso. La divulgación obligatoria de las asociaciones de los clientes también vulnera el privilegio abogado-cliente, socavando aún más los derechos fundamentales. En casos penales, estas restricciones violan además la Sexta Enmienda, que garantiza el derecho a un abogado de elección propia.

El autor enfatiza el efecto disuasorio que estas órdenes ejecutivas tienen sobre la disposición de los bufetes de abogados a representar a clientes con opiniones impopulares o políticamente sensibles. Disuaden eficazmente a los bufetes de aceptar casos que podrían desencadenar represalias gubernamentales, impidiendo que estos clientes obtengan representación incluso para demandas con fundamento. Esto crea un desequilibrio en el sistema judicial, permitiendo que solo los litigantes cuyas opiniones coinciden con las del gobierno cuenten con una sólida representación legal, distorsionando así el panorama legal.

Los acuerdos que algunos bufetes de abogados han alcanzado con el gobierno agravan aún más estos problemas. Cuando los bufetes destinan recursos sustanciales a iniciativas aprobadas por el gobierno, comprometen su independencia y, implícitamente, otorgan al gobierno influencia sobre sus procesos de toma de decisiones. Esto socava el principio de un sector privado independiente, fundamental para una sociedad libre. Los bufetes de abogados deben mantener una completa independencia del control gubernamental para garantizar la justicia de forma eficaz.

Además, el autor critica estos acuerdos por crear conflictos de intereses inherentes. Los bufetes de abogados que llegan a acuerdos con el gobierno se ven implícitamente incentivados a evitar cualquier acción que pueda poner en peligro sus frágiles acuerdos, comprometiendo así su celo en la defensa de sus clientes. Este acuerdo se extiende más allá de los casos que involucran directamente al gobierno, afectando todos los asuntos legales en los que el gobierno tiene un interés o influencia indirecta.

El autor insta a los bufetes de abogados a oponerse a estas órdenes ejecutivas mediante la interposición de recursos legales en lugar de llegar a acuerdos. Estas demandas son necesarias no solo para defender los derechos constitucionales, sino también para mantener la integridad del sistema judicial. La historia ofrece ejemplos de litigantes valientes que han defendido con éxito los derechos constitucionales a pesar de una adversidad considerable, como los demandantes en casos emblemáticos como la Junta Estatal de Educación de Virginia Occidental contra Barnette y Tinker contra Des Moines. Los bufetes de abogados actuales, que poseen recursos e influencia significativamente mayores, también deberían mantenerse firmes.

Llegar a acuerdos con el gobierno refleja una visión profundamente cínica, tanto de los propios clientes de los bufetes como del sistema judicial. Los despachos que llegan a acuerdos transaccionales implican que los clientes prefieren firmas que ceden ante la coerción gubernamental en lugar de mantenerse firmes en sus principios. Además, estos acuerdos reflejan escepticismo respecto a la capacidad del poder judicial para remediar eficazmente los errores constitucionales, a pesar de que los tribunales han otorgado sistemáticamente medidas preliminares contra estas órdenes ejecutivas.

El autor concluye abogando firmemente por la continuación de los recursos legales contra las órdenes ejecutivas, enfatizando el optimismo y la fe en el sistema judicial estadounidense. Optar por el litigio demuestra confianza en la capacidad de los tribunales para corregir las extralimitaciones gubernamentales y defender los derechos constitucionales. Por el contrario, los acuerdos transaccionales son una señal de derrotismo, debilitando la confianza pública en el estado de derecho y potencialmente fomentando una mayor extralimitación gubernamental. Por lo tanto, el autor insta vehementemente a todos los despachos de abogados que enfrentan presiones similares a buscar justicia en los tribunales en lugar de ceder, preservando así la independencia necesaria para el funcionamiento eficaz del sistema legal y la protección de los derechos constitucionales fundamentales.

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